El barranco de aquella niña – Ezequiel Herrera
Hace poco tuve la fortuna de visitar por primera vez el Barranco de Badajoz. Importante por su historia e inquietante por su leyenda.
La acompañante no podía ser mejor, mi mejor amiga, la misma que tiempo atrás ya había vivido sucesos paranormales en este lugar tan visitado por los habitantes y por los turistas.
Arrinconado en los alrededores de Güímar, el barranco de Badajoz te abre los brazos para que te sumerjas sin ningún temor en su vientre. En lo alto de la montaña cubría una extraña nube negra, la neblina bajaba hacia nosotros, quien teníamos la ilusión de ver algo extraño.
Varios conocidos e incluso algún que otro programa de televisión ha experimentado momentos desde lo más surrealistas hasta los más incomprensible. Mi mejor amiga me advertía que su experiencia en ese barranco fue de noche, donde sientes todo y no ves nada.
En ese momento quería caminar rápido para que la noche no cayera en nosotros.
Entre risas y anécdotas, nos adentramos donde nuestras voces hacen eco. Más acompañantes se encontraban allí, senderistas, amigos, familias de excursión para: algunos hacer ejercicio, otros para ver a la famosa niña de las peras.
Cuenta la leyenda (principios del siglo XX) que una niña, enviada por sus padres, fue a buscar fruta al barranco. Dicha niña desapareció y no fue hasta 30 años después donde se volvieron a tener noticias de ella.
En su regreso, la niña tenía el mismo aspecto cuando desapareció y comentó que pensaba que había pasado unas horas cuando salió de una especia de portal de luz que se abrió en una pared en el barranco, donde conoció a unos seres luminosos que no parecían humanos.
El viaje con mi amiga parecía normal, hasta que vi la marca de ese portal que cuenta la leyenda. Y fue entonces donde percibo que ahí ocurrió algo. El cielo nos echaba, la lluvia golpeaba mis gafas para que no pueda ver y sí sentir. Y desde luego así fue.
Muchas veces no hay que ver para creer, sino creer para ver. Y esa tarde, donde debía haber hecho sol, la lluvia nos hizo sentir, nos limpió de prejuicios para poder ver.
Regresamos todavía de día, decidimos ir al Puertito de Güímar para desconectar de todo y mirar al horizonte. Durante una hora y media en la playa tirados hablando de la vida y de la existencia de la misma, a lo lejos se ilumina el vacío, como un flash de foto que ves por el rabillo del ojo.
Una luz sin sonido. Un trueno mudo. Un rayo sin peligro. Estéticamente bello, hermoso.
De repente hacía frío. Teníamos que marchar.
Ezequiel Herrera, joven escritor canario que es Licenciado por la Universidad de La Laguna en Historia del Arte, tiene un Máster de Profesorado y es crítico de cine.
El Barranco de Badajoz es un barranco situado en la isla de Tenerife, enmarcado dentro del término municipal de Güímar en el sureste de la isla. Te dejamos el enlace para que tengas más información. Barranco de Badajoz.
Fasnia, situado en el sur de Tenerife, es un municipio lleno de encanto rural, historia…
Si buscas un rincón único en Tenerife donde disfrutar de la naturaleza y el mar,…
Los Roques de Las Ánimas y de Enmedio son dos impresionantes formaciones volcánicas situadas en…
Pico Viejo, también conocido como Montaña Chahorra, es una de las formaciones volcánicas más impresionantes…
Masca, en Tenerife, es uno de esos lugares que no puedes dejar pasar. Este pintoresco…
Tenerife es la isla más grande de las Islas Canarias, un lugar de contrastes situado…